domingo, 6 de junio de 2010

El lenguaje de lo cotidiano y el lenguaje de lo estructural

Este escrito tiene por propósito aclarar por qué en determinados contextos y frente a unas específicas necesidades comunicativas se hace necesario hacer uso de explicaciones más complejas y frente a otros manifestarnos coloquialmente.
Este tipo de aclaración se dirige sobre todo a la actitud negativa de quienes sospechan siempre de un uso pretencioso del lenguaje toda vez que se enfrentan a un texto relativamente complejo.
La necesidad de lenguajes complejos, es tan necesario como la necesidad de teorías. No son lo mismo, pero se puede imaginar la relación constante entre estos dos fenómenos. Esto no deja afuera el hecho de que tarde o temprano se puede llegar a una simplificación de todas las explicaciones, pero en muchos casos, la simplificación deja fuera una porción importante de información y de consideraciones que si bien pueden tratarse de detalles, los mismos pueden ser relevantes para unas u otras aplicaciones.
Por ejemplo, podemos plantear una tesis clásica como la lucha de clases y decir que se trata de ricos contra pobres. Pero la mayoría sabe que desde el momento en que esta tesis fue formulada en el siglo XIX, muchas cosas han cambiado. Claro, todavía tenemos un mundo lleno de injusticias con consecuencias nefastas y que proyectan sólo más tristeza para la mayoría de la población humana y sus entornos naturales. Pero no es suficiente decir esto al momento de validar reivindicaciones ante el grueso de la población. Incluso las mismas personas que sufren más penurias que muchos de los que nos identificamos plenamente con un sentido activo de resistencia y lucha, vemos con frustración como la gente, no va a dejar de lado su miseria ni menos va a aventurar soluciones “alternativas”. Hace falta una gran capacidad explicativa y una gran capacidad de educación para leer y entender esta información. En muchos casos, es posible difundir con palabras y frases relativamente simples. Pero es importante destacar el relativamente. Esto por que justamente, muchos de los que se molestan ante la aparición de textos complejos, son a su vez, complejos de ideas y complejos para decir y escribir. Incluso, contar con una capacidad media –relativa - en relación a unos modelos máximos de complejidad, trae en ocasiones más complicaciones en la recepción de dichos mensajes. Se elaboran ideas contundentes pero que avalan también unos prejuicios monumentales o unas disposiciones personales difícilmente soportables para el público receptor. Sin embargo, no siempre se trata de una proyección fiel de los pensamientos o intenciones comunicativas de quien emite. Muchas veces ocurre que se trata de falta de elaboración de algunos tópicos del mensaje, despachando con ello un conjunto de malos entendidos. Es claro que esto desemboca en la dilatación del proceso de comprensión y del resultado que puede esperarse de este tipo de comunicaciones.
De todos modos no se podría esperar que por la potencialidad explicativa de las teorías o de los textos complejos se puedan lograr una mayor convocatoria de aquellos motivos que asociamos a la resistencia y la lucha contra el sistema capitalista y todo sistema jerarquizante. Obviamente que éstos productos de la actividad reflexiva – los textos –serían un caldo descompuesto si no contaran con el material fresco que proporciona la actividad organizada e intencionada.
Agreguemos al problema que el hablar o escribir complejo no sólo cuenta con el problema de que sus potenciales receptores lo entiendan, sino también que la riqueza de información, de análisis, de posibilidades tanto positivas como negativas, sean difundidas siempre por un mismo grupo o tipología de personas. Esto significa que seguiríamos con las divisiones jerarquizantes pues unos trabajadores manuales pueden mirar en menos a unos trabajadores intelectuales y finalmente dejar que esta mala herencia de la modernidad nos estanque en diferencias que deben ser superadas de forma definitiva. Y esta superación no se ejecuta de manera formal o mediante palabras de buena crianza. Esto implica que unos hagan lo que el otro hace – aunque sea en una porción mínima consensuada -  y viceversa. Por lo que volvemos también al lenguaje y afirmamos que unos trabajarán las complejidades del lenguaje complejo que se dedica sobretodo a evidenciar las relaciones entre los detalles de la cotidianeidad a una determinada lógica estructural que se reproduce mediante lo cotidiano. Y el otro sabrá hablar y reconocer las complejidades de la actividad y el lenguaje cotidiano. No podemos seguir el modelo actual en el que unos académicos asalariados pueden dedicarse con todo esmero a una cotidianeidad reflexiva y creativa tanto en su aspecto lingüístico como en sus novedades relacionales, mientras que el resto se expone a vivir sólo la contingencia estructurada que a su vez estructura su porvenir como repetición constante de lo mismo siempre. A unos y a otros les corresponden unas ventajas  - más al trabajo reflexivo y creativo pienso yo -  pero a ambos les corresponden desventajas desde que no se pueden entender mutuamente y se miren con extrañeza, en un efecto Torre de Babel que para el caso nos conviene muy poco. ¿De qué sirve que los teóricos sólo hablen con los teóricos? En realidad de poco y de lo poco que sale de ellos, los beneficios que pudieran obtenerse de dicho trabajo es adquirido – comprado o mandatado -  políticamente o comercialmente por quienes detentan el poder y conservan el statu quo. Que ningún obrero deje de leer y comprender todo cuanto pueda – y leer es algo realizable no sólo en documentos o libros, puede hacerse mediante documentales, películas, obras de arte, conversaciones, etc. -  y que ningún estudioso – intentemos reemplazar la palabra intelectual – sea incapaz de trabajar con un martillo, una pala, o de cargar un peso relativo al potencial de su anatomía. Que estos mundos diferenciados, no se diferencien jerárquicamente. Que estos mundos no dejen de contar con amplios umbrales que los conecten y los mantengan unidos y comprendidos.
Es por esto que se hace necesario que se logre la capacidad de comprender la confección de mensajes complejos a la par que se logre reproducir lo nuclear de dichos mensajes en textos más simples. Pero teniendo en cuenta que la simplificación en muchas ocasiones significa sacrificar detalles y minucias que para determinados casos harían la diferencia entre acertar o errar. O que simplemente ante la imposibilidad de explicitar no se pierda la capacidad de intuir, que es finalmente donde debemos encontrarnos.
Debemos por tanto hacer esfuerzos por comprendernos y cooperarnos. Para fortalecer y proyectar una intuición de lo que es y no es en nuestros propios términos y sensibilidades.
Por una buena lectura y por una grata escritura…

Salud y revolución!!

“D”

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