domingo, 6 de junio de 2010

Las tareas

definir una definición siempre corregible, acotar una estrategia a largo plazo, observar lo que acaba de ir pasando, y dar calculada e intuitivamente unos pasos que nos acerquen un poco más, a ese umbral de donde provienen nuestras propias voces


La actual situación laboral de hoy en día, se traduce a nivel mundial como una desfragmentación casi total del tiempo, el espacio y de los modos en que las personas integran todo esto, a sus formas subjetivas de experimentar lo cotidiano – de ahora, subjetivación. Esto implica que si desde siempre, las personas contamos con un alto grado de extrañeza y opacidad entre uno/a y otro/a, hoy, con mayor razón ignoramos lo que hace o no hace sentido en el alma quién no sea yo. Paradójicamente, para que este mundo dinámico funcione, es necesario que las comunicaciones funcionen de la mejor manera. De otro modo, la descoordinación abriría las puertas al desorden total. Sin embargo, habría que aclarar que el desorden existe, pero en gradaciones que remiten al grado de dominio y control de lo que se posee. De este modo, se puede volver nuevamente a hablar de clases sociales que cuentan con un mayor grado de dominio sobre sus propios proyectos y otros que no cuentan con ningún control sobre lo que ocurrirá en sus vidas. Unos cuentan con un mayor repertorio de recursos sobre los cuales construir una vida según sus deseos mientras que en correlación inversa, a la gran mayoría sólo le iría quedando aceptar su “destino”. 

En este último sentido, los órdenes de las sociedades del mundo no han cambiado mucho. “Los cortos veranos” de sociedades horizontalmente propuestas, sin propiedad privada y sin atribuciones de poder político individualmente asignado, han sido casi borradas de la memoria – no forman parte de ningún currículum educativo a nivel nacional -. 

Pero estamos aquí, escribiendo, leyendo, hablando, oyendo… tratando de coordinar una que otra acción al respecto y en ello, tratando de sostener, defender y resistir el modelo social, bajo unas corazas que nos dan identidad, pero también una alta sensibilidad y baja tolerancia, lo cual constituye una desventaja. Bajo el término guerra social, podríamos afirmar que nuestras milicias no cuentan con la capacidad del soldado técnico o profesional asalariado del capitalismo. Esa bestia capaz de levantarse temprano todos los días y que con una disciplina bastante regular, cumple con sus funciones y rinde a pesar de los obstáculos. El cierre del circuito es cuando le entregan su ración de “comodines” que sirven para satisfacer desde sus necesidades básicas y, a punta de deudas – igualmente un capital -, pueden hasta acceder a lujos que antes eran el terreno propio de aquellos que podríamos denominar como “los capitalistas propiamente tales”. 

El sistema funciona regularmente todos los días y a cada hora. El sistema interconecta y se reproducen a cada instante. Los actuales problemas y crisis del sistema no son verdaderamente crisis; son oportunidades de renovación y consolidación. Se abren nuevos nichos. 

Este panorama es en realidad desagradable en nuestro mundo, compuesto por subjetividades con sensibilidades que se sensibilizan más en la medida en que aumenta la capacidad de observar críticamente el sistema. No podemos negar cierto grado de depresividad y neurosis. En todo caso, la felicidad de la familia pequeñoburguesa no está exenta de estos problemas, que forman parte de otro mercado: la atención psicológica y la farmacología. Y todavía podríamos decir todo es mucho peor de lo que se expone aquí. 

Como sea, a pesar del tono pesimista que nos puede embargar a todxs, tenemos que decirnos obligadamente – y creo que de todos modos es así tal cual -, que ni el pesimismo ni un forzado optimismo puedan darnos la solución. Estas son sólo actitudes y más encima polarizadas. Y a nosotros sólo nos servirá una actitud fijada a fuego y acero en la mirada: determinación de la voluntad de cambiar siempre en pos de lo mejor, entendiendo que lo mejor es mutable en virtud de los aportes individuales y los grandes acuerdos colectivos. Ninguna utopía es mejor que la no utopía. 

El sistema, que opera controlando el descontrol, lo hace sin el acuerdo general. La política, opera con márgenes de participación bajísimos pero todavía suficientes para seguir ejerciendo el poder del modo en que se hace. ¿Será un acuerdo general tácito el dejar operar así a una clase de sujetos mayoritariamente desprestigiados? Es más bien el descrédito de cada uno – lo que se revela en la falta de iniciativa orgánicista, autónoma, autogestionaria y soberana-. 

La baja participación electoral en cada región del mundo – no es sólo un fenómeno de Chile - puede darnos a entender dos cosas: las personas desestiman que las elecciones sean un proceso real de participación en la política nacional, por un lado, y por otro, se trataría de acuerdo con un punto de vista más condenatorio, de unas consecuencias propias del mercado que vincularían con unas prácticas individualistas entendidas más bien como prácticas alienadas. 

Es necesario recalcar que los términos individualistas, individuo, e individuación versus individualización son usados en las ciencias sociales de modos muy distintos. La individualización corresponde a las consecuencias de un estado de bienestar en el que mujeres solteras embarazadas, drogadictos y otros sujetos desestimables por el mercado, son acogidos por redes institucionales mediante instrumentos tales como los seguros de cesantía, situaciones que son propias más bien de países ricos, tal como se da en Europa. Por el contrario, la individuación sería un proceso mediante el cual, los desestimados por el mercado, se ven obligados a rebuscar estrategias propias – comercio ambulante, trabajos free lance, o ilegales- o contar con el apoyo de una red social muy personal - amigos y familiares -, lo cual no resulta cómodo para unos y otros. 

Teniendo esto en cuenta, podemos continuar y afirmar que la forma en que las personas están subjetivando sus experiencias cotidianas tiene relación con la materialidad misma en la que se está situado, incluida la trayectoria biográfica que le ha constituido como persona. Esto guarda serias implicaciones para lo que sería el posicionamiento, la actitud, el modo en que se ve la vida y el cómo afrontarla. Pues no debemos olvidar que estas implicaciones son materiales y por lo tanto guardan relación con el conjunto de recursos que le disponen a un sujeto dado, un repertorio de alternativas – que se deben a condiciones cumplidas por unos más que otros -. Así, de este modo es como podemos discutir qué es lo que nos trae a un lugar y qué es lo que mantiene a otros, en “su lugar”. Por qué unos, que se ven sometidos y limitados en sus vidas no sienten el mismo desprecio que otros, que al ir adquiriendo una conciencia de clase en constante incremento, casi no pueden – algunos derechamente no pueden - soportar lo que consideran un absurdo abominable, dañino, y por sobretodo indigno. Y por otro lado, preguntarse también por qué unos que han contado con la alternativa de vivir mejor que uno, han “bajado” para aliarse en el proceso de resistencia y lucha. 

A priori, pareciese que unos luchan por necesidades plenamente sufridas y sentidas, mientras que otros, luchan por un sentido ético racionalizado a partir de su “buena educación humanista”. De aquí que quede rebotando la pregunta por el riesgo de establecer alianzas y acuerdos con quienes no guardan los mismos motivos personales. De aquí también la pregunta por las identidades materialmente constituidas pero no siempre confiables – más allá del tema de las apariencias y poses -.Además de la inquietud por el grado de vínculos, compromisos y voluntades que impulsan u obstaculizan una voluntad de resistencia y lucha. 

El tema no se resuelve jamás, y es por eso que necesitamos saber con quienes estamos y quienes somos, cada uno de los que nos encontramos, a pesar de que en la medida de que crezca el número de integrantes de una organización y de organizaciones, vuelva compleja esta ponderación. 

Por último, no servirán de nada este tipo de discusiones a no ser que se estime definir un conjunto de consideraciones estratégicas y realizar unos proyectos constituidos como movimientos tácticos en pos de unos objetivos claramente situados en el tiempo y el espacio.

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